AA.VV
El paladín de Essex (Londres, 1694) narra las aventuras del joven Billy, natural de Billerecay, a quien la lectura compulsiva de libros de caballerías hace creerse caballero andante y lanzarse a los caminos ingleses para imitar las gestas de héroes como Amadís de Gaula, Palmerín de Inglaterra o Belianís de Grecia. Pero, a quien realmente imita sin saberlo es a don Quijote, pues sus aventuras itinerantes en los caminos, posadas y mansiones de Essex son un trasunto de las del hidalgo en La Mancha. Tampoco le falta una dama a la que bautiza como Dulcina, aunque en realidad es una moza del pueblo llamada Joan Grumball, ni un escudero de nombre Ricardo cuyo apetito y sentido común hacen pensar en Sancho. La novela de William Winstanley se apropia así del Quijote para trasplantarlo a la Inglaterra de finales del siglo XVII, rejuveneciendo al sujeto quijotesco, convirtiendo a su escudero en protagonista de una serie propia de peculiares aventuras y dando a la historia un sorprendente desenlace. Por sus páginas, además, desfila una abigarrada galería de personajes que incluye campesinos y vendedores ambulantes, se