A Ginés hay que escucharlo asfixiándose en la niebla de la urgencia por decirlo todo de una vez, todo condensado en un solo verbo explosivo, en una deflagración deslumbrante, en una embestida o en una única y larga caricia.
Artículos relacionados
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Puede obtener más información Más información o cambiar la configuración.