Entre 1898 y 1900 empezaron a aparecer en los diarios ingleses Outlook y Speaker unos sorprendentes artículos y poemas firmados con las iniciales G.K.C. Muy pronto, sus lectores exigirían saber la verdad: ¿Quién es G.K.C.? En un corto espacio de tiempo, el recién llegado sería una de las fuerzas periodísticas y culturales -contraculturales, en realidad- más poderosas del momento. Tal era la fuerza de esta estrella emergente, que antes de escribir las obras del Padre Brown o su inmortal Ortodoxia, apareció un libro anónimo -que se tituló G.K.C.: A criticism, cuyo autor real era el hermano pequeño de Chesterton, Cecil, periodista de raza, valiente y combativo como Gilbert, muy dotado para la controversia y la historia, de mente penetrante y ágil. Pocas personas podían explicar a Gilbert mejor que su hermano. De ahí el valor de este texto, escrito mientras la figura de Chesterton no paraba de crecer.
