Mientras el mundo duerme se despiertan todos los monstruos, aquellos incontrolables, los que nos hacen dudar, los que levantan los interrogantes, el dolor... Hay una vida paralela a la real cuando las persianas se bajan, unas órbitas dislocadas que nos hacen soñar encima de días caóticos, de almohadas de tiza. Ahí surgen los versos metálicos, esos construidos a partir de la entropía de muchos mundos. Ahí se tranquilizan las almas línea a línea, con el fin de deshojar ese quizás; esa duda de si solo estamos preparados para relaciones convencionales, estables, de domingo, para amores que se mueren de amor, para el romanticismo... Y nos duele el no saber dónde encajar esos amores efímeros, distintos, intermitentes y libres, esos amores que los estropea el amor.