En muy pocos poemarios de calidad la reflexión sobre el zeitgeist del presente se da la mano con el espíritu apocalíptico de la ciencia-ficción. Este es uno de ellos:
Que nadie se aburra, / no habrá tiempo para el bostezo. / El futuro nos ha tomado por sorpresa. / Se nos viene un vendaval / de estímulos psicoeléctricos, y nuevas obligaciones / en el vastísimo / botadero cibernético [...] / Aburrirse genera cortocircuitos / en el sistema de recompensas / de los algoritmos. / Que nadie se aburra. / No hay tiempo para el bostezo.
La poesía como una hermenéutica de la materia, donde están los residuos, el resto, lo que nadie ve.