En sociedades tan complejas como las actuales,
	los protocolos, los procesos de automatización y los mecanismos de control rigen, imperativamente, nuestras vidas. Ahora, como nunca, los entornos digitales condicionan la visión que tenemos del mundo y el acceso al conocimiento; modulan nuestro tiempo y saturan nuestra atención. El capitalismo
	de plataforma termina por imponerse. Rendidos
	al poder de las grandes infraestructuras tecnológicas, competimos en la arena de las redes sociales, asimilamos todo tipo de recursos en línea y perdemos la capacidad de pensar que otra realidad es posible.
	La imaginación y el deseo han sido apartados.
	Ingrid Guardiola propone nuevos relatos que nos permiten tomar conciencia política de la fuerza
	de la máquina y su despliegue sistémico. Hay
	que entender el entramado y conocer sus efectos.
	Tenemos que ser capaces de ver el mundo con
	nuestros propios ojos (hacernos de él una imagen genuina); generar nuevos vínculos entre nosotros, fomentar la mutualidad y volver a apropiarnos
	de la vida buena, lejos de la falsa libertad que brinda
	el fetichismo tecnológico.