Un sábado lluvioso no era el mejor día para salir a jugar al parque, ni para montar en bici o patinar, pero sí para convertirse de nuevo... ¡en la pirata Emma! Así que la capitana reunió a su tripulación de pequepiratas y se dispuso a cargar el barco para una larga travesía. Pero entonces, aparecieron los padres de Emma, que también querían jugar a ser piratas. Se pusieron un nombre y... ¡a la aventura! Primero, había que preparar el camarote, luego fregar la cubierta, pescar la comida... ¡y mucho más! ¡Qué gran día pasaron todos juntos en casa jugando y trabajando! Una mañana de martes, Emma se despertó con muchas ganas de hacerse pirata, pero antes sus padres y sus abuelos le enseñaron todo lo que tiene que tener un pirata para ser el mejor: un buen desayuno, un uniforme perfecto, la bandera y la espada, ¡y mucho mucho más! Un gran libro ilustrado a todo color para los piratas más aventureros.